El dinosaurio más grande del mundo que fue hallado en 2013 en la Patagonia argentina llevaba cuatro años siendo un gigante anónimo, ahora por fin, lo han bautizado como Patagotitan mayorum. Desde 2016, una réplica de este titanosaurio se puede visitar en el Museo Americano de Historia Natural en Nueva York.
El estudio que ha puesto nombre el titanosaurio ha sido publicado en la revista científica “Proceedings of the Royal Society B”. En él, los investigadores explican de dónde viene el nombre que le han puesto: “Patago”, de patagonia, donde fue hallado, “titan” en honor a los dioses griegos que representan la fuerza y el tamaño, y “mayorum” en honor a los dueños del rancho en el que fueron hallados los restos, los Mayo.
En el estudio también se han revelado datos sobre esta especie de dinosaurio que habitó la Tierra hace 101 millones de años. Este ejemplar en concreto podría haber pesado hasta 69 toneladas y alcanzado los 40 metros de largo. Estos datos lo convierten en uno de los animales más grandes que haya caminado por la superficie de nuestro planeta.
Según explica a SINC el paleontólogo argentino, José Luis Carballido, uno de los investigadores del estudio e investigador del Museo Paleontológico Egidio Feruglio: “Por lo general, los hallazgos paleontológicos se hacen en silencio y se dan a conocer a la comunidad muchos años después del descubrimiento a través de la publicación científica de un artículo. Pero esta vez intentamos algo nuevo. Lo hicimos al revés”.
“Primero acercamos a la sociedad la paleontología al mantenerlos al tanto de cada paso de la investigación, para que comprendan el trabajo de fondo y la importancia de la preservación del patrimonio nacional. Y ahora publicamos el primero de una serie de artículos sobre el titanosaurio”
“Ya para la segunda campaña, nos dimos cuenta de que los huesos que iban apareciendo correspondían a diferentes individuos de una misma especie, que habían muerto en diferentes momentos, con varios años de diferencia tal vez. Además, analizando los huesos nos llamó la atención que todos los individuos eran animales adultos, pero jóvenes. Aún estaban creciendo lentamente. Si uno tuviera que compararlos con un humano, sería una persona de 18 años”, cuenta Carballido.
Carballido también ha contado que los miembros anteriores de estos animales eran más cortos que los posteriores y que muy probablemente caminarían con el cuello paralelo al suelo, esto podría significar que no tenían el cuello tan largo para comer alimentos en zonas altas de los árboles, si no que les serviría para poder comer en una área muy gran sin prácticamente mover el cuerpo.
Aún quedan muchos misterios por resolver respecto a este hallazgo, tanto sobre el animal como sobre la zona. Por aquel entonces, esa región de la Patagonia argentina estaba repleta de árboles y vegetación, pues era una zona fangonosa en la que se formaban pequeñas lagunas o charcos de agua. Resulta curioso que se hallen juntos tantos ejemplares de dinosaurios, lo cual hace pensar que podría ser un cementerio de dinosaurios al que acudían estos animales a morir.
No parece que hubieran sido arrastrados por ninguna corriente, ni que hubieran quedado atrapados en el terreno lodoso. Aunque si existe otra hipótesis apunta a que estos animales gigantes podían llegar a la zona en manadas para beber y comer y que algunos ejemplares se desplomaran al llegar, quedando a merced de los dinosaurios carroñeros, como los Tyrannotitan chubutensis, que perdían algún diente al toparse con la piel gruesa de estos dinosaurios.
Son muchos los misterios que quedan por resolver, pero todo forma parte del encanto de la historia del descubrimiento del gigante Patagotitan mayorum, uno de los animales más grandes que ha pisado la Tierra.