EL YACIMIENTO DEL CRETÁCICO SUPERIOR DE LO HUECO (FUENTES,CUENCA)

La importancia científica del yacimiento paleontológico de Lo Hueco reside en dos aspectos principales: la enorme cantidad y diversidad de restos fósiles que han sido hallados y las excelentes condiciones de preservación de los materiales. La biota identificada provisionalmente en Lo Hueco tiene una elevada riqueza en especies.
Se han hallado un total de ocho formas de dinosaurios, que incluyen 3 saurópodos titanosaurios, dos terópodos, dos ornitópodos (entre ellos el género Rhabdodon) y un anquilosaurio. Además, entre los restos fósiles que representan la biota cretácica de Lo Hueco, existe abundante material del cocodrilo alligatoroideo Mustarzabalsuchus y de un galápago. Por supuesto, parece muy probable que la diversidad de esta biota aumente notablemente en unos años, cuando se haya estudiado la ingente cantidad de fósiles que ha proporcionado el yacimiento. De manera que, a falta de los necesarios análisis de rarefacción, hemos de suponer que este registro contiene una representación significativa de la flora y fauna de un ecosistema fluvial del Campaniense-Maastrichtiense, es decir de hace unos 70 millones de años.
Ésta es una de las singularidades más interesantes de Lo Hueco, ya que no se conocen yacimientos europeos de esta edad que presenten tal diversidad y cantidad de fósiles.
Además, se han encontrado esqueletos de grandes saurópos en conexión anatómica, o dispersión mínima de restos, lo que permitirá estudios de gran resolución filogenética y paleobiológica. Por otra parte, multitud de fósiles presentan una magnífica preservación de su estructura histológica, lo que supondrá, sin duda, la realización de estudios ontogenéticos y poblacionales en diversos linajes de reptiles. 
Una de las sorpresas más discutidas en el estudio de los dinosaurios saurópodos fue el descubrimiento de que algunos titanosaurios estaban acorazados, es decir, presentaban un exoesqueleto de cierto desarrollo. Esta hipótesis fue originalmente rechazada, cuando fue formulada por el geólogo y paleontólogo francés Charles Depéret (1854-1929). Posteriormente se encontró, en el Cretácico argentino, evidencias de que el titanosaurio Saltasaurus estaba dotado de osteodermos. En la década de 1980 esta hipótesis fue también apoyada por el hallazgo de la asociación de una vértebra titanosauriana y un par de osteodermos en el yacimiento segoviano de Armuña
Los restos encontrados en Lo Hueco constituyen la evidencia definitiva para saber que algunos titanosaurios estaban incluso fuertemente acorazados. Pero los documentos fósiles hallados en el yacimiento conquense también permitirán la contrastación de hipótesis de reconstrucción esquelética de otros reptiles, como el caso del cocodrilo Musturzabalsuchus.
El objetivo principal de la investigación en Lo Hueco puede ser definido dentro del marco de la teoría macroevolutiva. En este caso, se trata de estudiar la evolución de los ecosistemas continentales del Cretácico Superior.
Dentro de este objetivo principal pueden destacarse dos aspectos fundamentales: la variación histórica de la diversidad dinosauriana en los últimos millones de años del mesozoico y el reemplazamiento de faunas que se produce en Europa Occidental durante esta época. 
Con respecto al primero existen dos hipótesis enfrentadas: diversos autores creen que los dinosaurios fueron disminuyendo en diversidad en el Cretácico Superior, mientras otros proponen todo lo contrario, que el número de géneros aumenta durante el Campaniense-Maastrichtiense. Recientemente se ha comprobado que el Maastrichtiense es una de las épocas de mayor diversidad genérica para los saurópodos. El registro sauropodiano de Lo Hueco es congruente con las dos últimas hipótesis, siendo especialmente relevante a la hora de verificar una probable radiación adaptativa de los saurópodos en los últimos millones de años de la «Era de los dinosaurios».
Finalmente, ha existido un cierto debate en lo que se refiere a un posible reemplazamiento finicretácico de las faunas de dinosaurios en Europa. A finales de los años 1990 autores franceses sugirieron que las asociaciones del Campaniense-Maastrichtiense, dominadas en la fracción de grandes fitófagos por los saurópodos, eran reemplazadas en el transcurso del Maastrichtiense por hadrosaurios. No obstante, posteriormente se comprobó que titanosaurios y hadrosaurios habían sido sincrónicos y simpátricos desde el Campaniense. El registro de Lo Hueco obviamente no refuta esta segunda hipótesis, pero plantea algunos interrogantes. De hecho, no se han encontrado evidencias de hadrosaurios en un registro ampliamente dominado por saurópodos.
Parece probable que las dinofaunas no fueran drásticamente reemplazadas, pero el porcentaje de nichos de fitófagos probablemente cambió en un par de millones de años. El proyecto de investigación en Lo Hueco puede ayudar a contrastar este modelo, e incluso plantear algún tipo de proceso explicativo. 

En definitiva, la información de Lo Hueco va a incrementar notablemente nuestro conocimiento sobre la historia evolutiva de las últimas asociaciones de dinosaurios que vivieron en Europa.

RE-EVALUACIÓN DE LA PALEOBIODIVERSIDAD DE HADROSÁURIDOS ARGENTINOS

Los hadrosáuridos son un grupo de dinosaurios comedores de plantas muy bien conocido en el Hemisferio Norte por su numeroso registro fósil, que cuenta con individuos tanto juveniles como adultos, nidos, momias, etc. Con respecto a su registro en el Hemisferio Sur, éste es más fragmentario y menos conocido. Todas las especies conocidas de este grupo de dinosaurios en el Hemisferio Sur provienen de Argentina de donde se han descrito tres especies: Secernosaurus koerneri de la provincia del Chubut, Lapampasaurus cholinoi de la provincia de La Pampa y Willinakaqe salitranensis de la provincia de Río Negro.
Recientemente, los investigadores del Instituto de Investigación en Paleobiología y Geología-CONICET (Argentina) Penélope Cruzado-Caballero y Rodolfo A. Coria han revisado los restos de estas tres especies para evaluar la paleobiodiversidad de hadrosáuridos en Argentina. Durante estos trabajos se estudió con más interés los huesos del material-tipo de Willinakaqe, ya que había ciertas dudas previas sobre su validez. Como resultado de los trabajos de comparación se obtuvieron datos que confirmaron las incertidumbres previas. Entre los restos craneales y postcraneales de esta especie se encontraron ciertas diferencias anatómicas entre varios huesos: dentarios, húmeros y falanges del pie, que fueron asignados a esta especie. Los datos obtenidos hablan de la posibilidad de que las diferencias fueran debidas o bien por la presencia de dos especies distintas entre los restos deWillinakaqe o bien por dimorfismo sexual, es decir, diferencias presentes entre machos y hembras de la misma especie. Con estos datos se han descrito dos morfotipos diferentes no pudiéndose decidir por una de las dos hipótesis anteriores, debido a que los restos que presentan las diferencias son huesos pocos diagnósticos a nivel de especie por ser de individuos juveniles y/o subadultos o postcraneales.
Otro resultado obtenido ha sido el comprobar que los restos empleados para la descripción de la especie no fueron los más adecuados, debido al carácter fragmentario del holotipo (espécimen completo y/o hueso a partir del cual se ha perfilado la descripción que valida el nombre) y a que la mayoría de los restos pertenecían a individuos juveniles y/o subadultos (algunas características de los huesos pueden cambiar durante el proceso de crecimiento hasta llegar al estado de adulto del animal). Como resultado de la investigación los autores han propuesto la invalidez de la especie Willinakaqe salitranensis. Para más información el trabajo será próximamente publicado en la prestigiosa revista argentina Ameghiniana.

DESCUBREN UN NUEVO DINOSAURIO, ESLABÓN ENTRE DOS ESPECIES, QUE TIENE UNA PEQUEÑA CRESTA ÓSEA

El recién descrito ‘Probrachylophosaurus bergei’, un miembro del clado de los dinosaurios ‘Brachylophosaurini’, tiene una pequeña cresta ósea triangular plana que se extiende sobre el cráneo y puede representar la transición entre un ancestro no crestado, como ‘Acristavus’, y las crestas más grandes de los adultos ‘Brachylophosaurus’, según un estudio publicado este miércoles en ‘Plos One’.
  
‘Brachylophosaurini’ es un clado de dinosaurios hadrosáuridos actualmente conocidos del Cretácico Superior de Norteamérica. Sus miembros incluyen ‘Acristavus gagslarsoni’ (que vivió aproximadamente hace entre 81 y 80 millones de años), que carece de una cresta nasal y ‘Brachylophosaurus canadensis’ (que vivió hace aproximadamente 77,8 millones de años), que posee una cresta nasal en forma de paleta plana que sobresale por encima del la parte superior de su cráneo.
Los autores de este estudio describen un nuevo hadrosaurio ‘brachylophosaurin’, el ‘Probrachylophosaurus bergei’, de la ‘Judith River Formation’, del norcentro de Montana, Estados Unidos, que data de hace unos entre 79,8 y 79.5 millones de años, y comparan la forma de su cráneo y cuerpo con dinosaurios relacionados. Según estos expertos, la nueva especie es un eslabón perdido entre especies conocidas de dinosaurios.
La forma de la cabeza de ‘Probrachylophosaurus’, sobre todo la cresta nasal triangular ósea, está entre los ‘Acristavus’ y ‘Brachylophosaurus’. Se plantea que la cresta nasal de ‘Probrachylophosaurus’ representa una forma nasal de transición entre el antepasado sin cresta, como ‘Acristavus’, y la gran cresta nasal plana posterior del adulto ‘Brachylophosaurus’.
Como se estima que ‘Probrachylophosaurus’ ha vivido entre el momento del ‘Acristavus’ y ‘Brachylophosaurus’, y tienen una forma de la nariz intermedia entre ellos, la hipótesis es que ‘Probrachylophosaurus’ es un elemento intermedio del linaje evolutivo ‘Acristavus-Brachylophosaurus’.

NUEVOS RESTOS DE PLESIOSAURIO DEL BARREMIENSE IBÉRICO

Recientemente Jara Parrilla y José Ignacio Canudo acaban de publicar la descripción de los restos vertebrales y dientes pertenecientes a plesiosaurios del Barremiense español. Se ha publicado en la prestigiosa revista alemana Neues Jahrbuch für Geologie und Paläontologie, Abhandlungen documentado la presencia de estos “reptiles” marinos en rocas de 129 millones de años de nuestro país y de Aragón.


Los plesiosaurios fueron un grupo de “reptiles” acuáticos, fundamentalmente marinos que fueron especialmente abundantes en el Jurásico, pero que su presencia en el Cretácico, especialmente en el Cretácico Inferior es escasa a nivel mundial. Se extinguieron muy cerca del límite Cretácico-Terciario, prácticamente a la vez que los dinosaurios. 
El nuevo trabajo de los aragosaureros demuestra su presencia en el Barremiense ibérico de la Formación Blesa en las localidades turolenses de Obón y Josa. Son restos fragmentarios y aislados encontrados superficialmente en esta formación, pero en su conjunto nos dan una idea de estos plesiosaurios. La Formación Blesa se deposito en lagunas costeras con influencia marina, de hecho en las mismas rocas son abundantes los invertebrados marinos como ostreídos y los peces óseos que demuestra la presencia del medio acuático donde vivirían los plesiosaurios.
Las vértebras y los dientes encontrados son coherentes con un solo taxón de tamaño medio. La variedad en la morfología que han encontrado es coherente con la variabilidad a lo largo del esqueleto y la que hay en misma especie. Este material queda depositado en el Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza. Ahora solo queda encontrar al ejemplar completo…

LOS ESCULTORES DE DINOSAURIOS SE FORMAN EN TERUEL.

Los dinosaurios saltan de los libros de ciencia a la vida real gracias a su trabajo, que tiene mucho de ciencia pero también de creatividad. Son los llamados paleoartistas, escultores que consiguen hacer réplicas exactas de fósiles o corpóreos de grandes dimensiones.
Con el asesoramiento de los paleontólogos y en el espacio que ofrece la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel Dinópolis, el trabajo de estos artistas es «el reflejo del estudio del paleontólogo y una gran herramienta para divulgar», explica a Efe Alberto Cobos, paleontólogo de la Fundación.
Y es que la Fundación Dinópolis, dependiente del Gobierno de Aragón, ha tenido muy claro desde el principio que tan importante era encontrar los fósiles y estudiarlos como contarlo a todos, de la manera más sencilla posible.
El trabajo de estos artistas ha cobrado por ello una gran importancia con los años en una provincia como Teruel prolija en fósiles, que ha permitido describir hasta diez nuevas especies a nivel mundial.
Todo ese trabajo se da a conocer a través del parque temático de Dinópolis en Teruel y sus centros satélite distribuidos en la provincia, donde se exponen buena parte de las obras de estos artistas, tanto de las réplicas como de esculturas de grandes dimensiones que ponen cara, ojos y piel a estos grandes animales.
Todo comienza con el hallazgo de los fósiles y el estudio minucioso que hacen los paleontólogos, un trabajo de años en muchos casos: «Investigamos y describimos a partir de pocas piezas que suelen estar muy fragmentadas», dice Cobos, y «lo que falta lo relacionamos con otros dinosaurios del mismo grupo».
Con este trabajo se puede hacer una estimación sobre el peso y la longitud, ayudados también por las huellas que por ejemplo, dan información sobre las patas y la manera de andar de los animales.
Para hacer réplicas de fósiles originales utilizan moldes y, a partir de ellos, recrean las piezas que faltan para conseguir un esqueleto completo, a partir de materiales como corcho blanco y resinas.
«Tienes que modelar cada hueso, todo tiene que casar entre sí y, si hay alguna pieza original que estaba deformada, hay que reconstruirla igual», explica a Efe Daniel Ayala, restaurador de la Fundación.
El trabajo digital ayuda mucho, porque permite «visualizar cómo podrían llegar a quedar las cosas, pero siempre hay un trabajo manual».
Lo más difícil es el trabajo de modelaje y el montaje luego de las réplicas, con estructuras de hierro que quedan ocultas pero que tienen que soportar el peso y conservar la forma.
Ayala participó en la reconstrucción de la parte delantera del Turiasaurius, la estrella del centro de interpretación de la pequeña localidad de Riodeva (Teruel), donde fue hallado este dinosaurio, el más grande de Europa.
Y a partir de este trabajo, el equipo de la Fundación concluyó hace poco la reconstrucción del esqueleto de un ejemplar de este gigante europeo, de 30 metros de longitud, que pudo verse en la muestra titulada «Mega-dinosaurios 2015, el misterio de los dinosaurios gigantes», que se expuso en Japón.
La Fundación ha puesto en marcha escuelas taller para profundizar en esta formación, pero «aprendes sobre la marcha, buscando soluciones a cada problema», añade Ayala.
Otra vertiente de su trabajo es la reconstrucción de cuerpos de dinosaurios, de los que pueden verse varios ejemplos en el parque turolense.
El último y más espectacular es el del gigante de Riodeva, reconstruido a tamaño real en el parque para que los visitantes pueden pasear bajo sus patas y fotografiarse.
«A veces en el campo encontramos impresiones que nos permiten saber cómo era la piel», pero el color, añade Cobos, es muy difícil conocerlo y ahí entra la creatividad del paleoartista que hace la reconstrucción.
La dificultad para construir estos ejemplares radica en los materiales, que deben ser elegidos teniendo en cuenta si se va a exponer al aire libre o no y adecuados al tamaño.
En esto, además, también hay tendencias, y las reconstrucciones actuales no tienen nada que ver con las primeras de 1854 en Londres: «Es lo bonito de la paleontología, que es una ciencia viva, que da lugar a la interpretación».
Eso hace que hoy en día a los carnívoros se les represente con plumón, con aspecto de pájaro porque se ha comprobado que estaban directamente relacionados con los pájaros.


DATAN EL FÓSIL DE ICTIOSAURIO HALLADO EN ASTURIAS EN 190 MILLONES DE AÑOS.

El fósil de ictiosaurio encontrado en la playa de Rodiles (Villaviciosa) hace cinco años es el más completo de los localizados en la península y corresponde a un reptil de unos tres metros de longitud de hace 190 millones de años, lo que le convierte en uno de los pocos del mundo de esa antigüedad.


El responsable del equipo científico del Museo del Jurásico de Asturias (MUJA), José Carlos García-Ramos, y la paleontóloga Marta Fernández han presentado hoy en este centro los últimos estudios que se han hecho sobre el fósil de este reptil.
El fósil fue localizado por la investigadora del MUJA Laura Piñuela el 15 de julio de 2010 en la ensenada de La Conejera, situada en los acantilados al este de la playa de Rodiles, en el concejo de Villaviciosa.
En él pueden apreciarse 60 vértebras, de las cuales 35 corresponden a la zona comprendida entre el cráneo y la base de la aleta caudal; 55 dientes dispersos cónicos y puntiagudos, algunos huesos de la parte inferior y posterior del cráneo, la clavícula, el coracoides y posiblemente la escápula.
Diversos huesos de una de las extremidades anteriores (aletas), como el húmero, la ulna (equivalente a nuestro cúbito) y el radio, así como otros de pequeño tamaño correspondientes a los dedos también se han podido reconocer en este ejemplar.
La actual roca que engloba los huesos (una marga negruzca) forma parte de un conjunto conocido como Formación Rodiles, perteneciente al Jurásico Inferior.
Investigaciones basadas en ammonites -cefalópodos parientes de los calamares y sepias actuales- han permitido determinar con bastante precisión que la edad del ictiosaurio asturiano es de unos 190 millones de años, dentro del piso que se conoce como Pliensbachiense.
Un estudio comparativo de los tamaños del material óseo recuperado en Asturias con el de otros ejemplares de Leptonectes procedentes del sur de Inglaterra es lo que ha permitido determinar la longitud aproximada del reptil asturiano, que estaría en torno a los 3 metros.
Durante los próximos días, los investigadores intentarán resolver la incógnita de si el ejemplar asturiano se incluye en una de las tres especies conocidas hasta ahora para este género en Alemania, Bélgica, Suiza y Reino Unido, o bien si por el contrario se trata de una nueva especie.

COCODRILOS DE ENORMES DIENTES VIVIERON EN CUENCA HACE 66 MILLONES DE AÑOS.

El nuevo cocodrilo descubierto en el yacimiento conquense de Lo Hueco tiene unos dientes desproporcionadamente grandes, los mayores que se conocen en grupos cercanos de estos reptiles. Esta nueva especie extinta del Cretácico constituye el pariente más cercano del grupo formado por todos los cocodrilos actuales.

Lohuecosuchus megadontos –cuyo nombre deriva del enorme tamaño de sus dientes– compartía muchas características con los cocodrilos actuales: eran potentes nadadores con capacidad para caminar fuera del agua, tenía hábitos anfibios, y su cuerpo estaba cubierto por una potente armadura dérmica compuesta por varias filas de huesos integrados en la piel. 
A pesar de estas similitudes, esta nueva especie extinta presenta un cráneo con rasgos distintos: en su parte externa surge un surco que lo recorre desde el oído hasta el lado posterior. Pero, lo que sin duda destaca, es el tamaño de sus dientes. Así lo revela una investigación publicada en la revista PLoS One y liderada por el grupo de Biología Evolutiva de la Universidad de Educación a Distancia (UNED). 
“Los dientes desproporcionadamente grandes hacen que su maxilar se proyecte lateralmente y hacia debajo de una forma muy característica”, explica a Sinc Francisco Ortega, uno de los autores del trabajo e investigador en la UNED, quien añade que por cuestión de espacio tenía menos piezas dentales. 
Según los científicos, el nuevo cocodrilo, descubierto en el yacimiento de Lo Hueco (Cuenca), forma parte de un grupo extinto –alodaposúquidos– que habitó Europa durante el Cretácico (hace más de 66 millones de años) y es el pariente más cercano de los cocodrilos representados en la actualidad en todo el planeta. Pero estos constituyen una muestra mínima de la diversidad y dispersión que mostró el linaje de estos reptiles durante el Mesozoico. 
El grupo más abundante de Europa. 
El linaje de los cocodrilos se remonta a hace 230 millones de años y “está plagado de grupos que no se parecen a los cocodrilos actuales”, detalla a Sinc Iván Narváez, primer autor del trabajo e investigador en la UNED. De hecho, se considera que el antecesor común de todos ellos convivió con los dinosaurios en algún momento del Mesozoico. 
El grupo de parientes morfológicamente más cercano al que forman los cocodrilos actuales habitó Europa durante el Cretácico y fue muy abundante en la última parte de esta era. Sin embargo, existían muy pocos fósiles que confirmaran la diversidad del grupo. 
El hallazgo de más de una decena de cráneos completos de cocodrilos en Lo Hueco –que en esa época era un humedal costero– permite recomponer la historia de este nuevo grupo, como uno exclusivo del Cretácico superior de Europa. 
Hasta ahora, muchos de los cocodrilos del Cretácico superior de Europa occidental se habían relacionado con un género de cocodrilo que habitó Rumania a finales del Cretácico denominado Allodaposuchus. Estos presentan una relación cercana con Lohuecosuchus megadontos.
“Son formas emparentadas y ambas pertenecen a los alodaposuquidos”, declara Ortega. Pero hasta ahora todos los restos de Europa occidental (Francia y España) que parecían ser cocodrilos modernos primitivos se habían considera como Allodaposuchus.
“El estudio de los cráneos de Lo Hueco nos muestra que muchos de los cocodrilos del oeste de Europa presentan caracteres que permiten diferenciarlos de Allodaposuchus”, indica Narváez.
Según los científicos, esto tiene más sentido si recordamos que Europa fue un archipiélago durante gran parte de esta era. “En este contexto, Allodaposuchus pudo ser un habitante de las islas del este del archipiélago, mientras que Lohuecosuchus pudo habitar en Iberoarmórica, una isla que agrupa buena parte del sur de Francia y la mitad norte de la península ibérica”, recalcan los científicos españoles. Además, proponen que Lohuecosuchus también estuviera presente en yacimientos del sur de Francia con la descripción de la nueva especie Lohuecosuchus mechinorum en la localidad francesa de Fox-Amphoux.
Fuera de las marismas donde habitaba Lohuecosuchus, el terreno estaba ocupado por dinosaurios saurópodos del grupo de los titanosaurios, por dinosaurios herbívoros ornitópodos y por carnívoros cercanos a los conocido velociraptores, “de los que se han recogido también abundantes restos”, concluye Narváez.

DAKOTARAPTOR STEINI, NUEVO DINOSAURIO TERÓPODO DROMAEOSÁURIDO.

Se describe una nueva especie de dinosaurio de la formación geológica Hell Creek, famosa por contener algunos de los últimos dinosaurios no avianos y también a los más famosos como Tyrannosaurus rex y Triceratops. La nueva especie es un terópodo dromaeosáurido de gran tamaño llamado Dakotaraptor steini. 
El hallazgo representa al primer «raptor» gigante de Hell Creek y el más reciente en términos geológicos, así como también uno de los más grandes, rivalizando en talla con Utahraptor ostrommaysorum. 
El material no sólo es impresionante por su relativo buen estado y completitud, sino que además, presenta evidencia de anclaje de plumas en los brazos, lo que viene a corroborar que los dromaeosáuridos grandes también tenían plumas y la condición conocida como pennibrachia (alas sin utilidad para el vuelo).